Corpus et animus

Arenas al mar

Un sol enceguezador, arenas calidas, unos lentes que ayuden a acapear la luz y una briza de enero leve. Sus pies se hayaban hundidos en una pequeña porcion de gravilla delgada, gustaba de pasear por las playas, decia que le brindaba una sensacion de "tranquilidad" que sólo aquellos que han vivido cerca del mar la conocen, tal vez, es por ello que al viajar sentia nostalgia por su ciudad.
- Es algo que pocos entenderían de seguro- afirmó.

Aquel era un día tranquilo, la arenilla ya habia hecho de los suyo entre sus cosas, (especialmente en su bolso, el cual, ya poseia una playa interior propia), pero, poco le importaba, habia llegado el momento de relajarse.
- nada ni nad... - prefirió ahorrarse su discurso interior, ese era el objetivo de su paseo.
En ese momento fue interrumpido por un pequeño que jugaba aledaño a él, no divisó su rostro, más, le escucho decir:

- Tranquilo... no lo tocaría.
Sin pensarlo dos veces, lo observo y le dijo:
- ¿Tranquilo de qué? y ¿ Qué cosa no tocarías?
A lo que el niño le responde:
- A usted, he intentado que el balón no le le toque.
Ante lo cual, con una sonrisa de simatía le dice:
- Es muy conciderado de tu parte aquello, gracias.
El niño con una sonrisa le observa y le menciona:
- Sin embargo... no puedo asegurarle que nadie lo hará... es mejor que sea precabido, no sólo yo estoy jugando por aqui cerca
Y, sin más se fue...

¿Cómo estas?


Duerme, hasta que el recuerdo sea tan profundo que no puedas evitar decirme "hola" y, finalmente notes que el tiempo a cobrado lo suyo...