Corpus et animus

Viajeros



Cierto noche se volvieron a encontrar, habían sido largos días de viajes interminables, él había viajado por arios desiertos y bajado altas montañas, ella había vivido del oleaje y las sirenas de las costas por la mañana.

- ¿Quién eres? Preguntó ella
- Mi nombre poco importa ya… Más, te puedo contar sobre mis sueños y mis ideales. Deseo viajar a donde Atenas depositó su escudo y Platón pensó en La República, subir el olimpo, para más tarde viajar al aposento de Constantino, para descansar, recordar y contar mis aventuras. ¿Y tú, quién eres?- él mencionó
- No puedo decirte mi nombre, pues tu tampoco me lo has señalado, pero he vivido lo suficiente ya para sobrevivir de mi propio esfuerzo…- respondió
- La verdad, lamento no poder decir mi nombre, he logrado corromper mi alma guardando los lamentos para otro momento, he descendido sin mirar atrás por tantos años, que ya le he olvidado… me gustaría conocerte, más, creo que es imposible si no logras saber cómo llamarme, lo entiendo…
- Entonces no los tendremos… ¿deseas que caminemos juntos?
- ¿Gustas de caminar?.. ¿En verdad no te importa saber cómo me llamo?
- Espero poder aprender. Luego lo entenderás…




“…And I won't tell no one your name,
No I won't tell 'em your name…”

Name- Goo Goo dolls





*La imagen no es mía, por lo que me remito a citar el flickr de donde lo saqué http://www.flickr.com/photos/mikebaird/

Un sueño...



Era ya medio día, el sol parecía oscurecerse y la verdad, poco le importaba el hecho de que se aproximara. Era una carretera bastante extensa, no recordaba haber conocido algún lugar donde hubiera otra más particular que aquella, constaba de dos cercos alargados de madera que acompañaban el largo del camino dejando entrever un acantilado.
No recordaba con claridad el cómo había llegado hasta ese lugar pero, bien sabía a quién buscaba. Sin pensarlo dos veces, atravesó las barreras de las maderas, caminó unos pasos y gritó:
- ¡VEN! ¡¿O es que acaso no vendrás?! ¡ Te estoy esperando! QUIERO HABLAR CONTIGO! (su conciencia le decía que era un “estúpido”, sin embargo, si cuerpo hacia caso omiso de aquello)
Al haber transcurrido un tiempo y aburrido de esperar, decide marcharse. No recordaba haber tenido jamás una sensación de miedo tan grande como aquella…
Mientras se hallaba cruzando la cerca de madera, sintió un cálido vapor que llegaba hasta su rostro, sin pensarlo dos veces y con facciones de asombró observó. Encontrándose frente a frente con de cabeza de perro, más grande de lo normal, gruñéndole en la cara, mientras escuchó una voz que salía desde atrás de la criatura:
- ¿Qué ocurre? Claro, después que me has llamado, te asustas. ¡NO ES PRIMERA VEZ QUE HABLAMOS!
Sin más decidió acariciar a la criatura, mientras observaba a quién sostenía las cadenas que le mantenían alejado. Era un hombre de una estatura de 1 metro 80 quizás, de contextura delgada, con una barba y pelo de tamaño regular, bajo ninguna perspectiva prominente, con aspecto semi-canoso, vestido con un Smoking claro al cual, faltaba la corbata.
Mientras con una mano sostenía al perro, la otra la mantenía al interior de su bolsillo dice:
- ¿Entonces?.. ¿para qué me buscabas?

...

Don Pocho


Nunca ha resultado fácil escribir una carta, jamás le escribí alguna, quizás… ya es hora de hacerlo.
Han pasado muchos años desde que le conozco, es curioso, no recuerdo el momento en que nos presentaron, supongo que siempre estuvo ahí… siempre estuvo ahí.

Un mostrador de madera alargado, un alto estante con gran cantidad de pequeños compartimientos y objetos, una pesa antigua, un pasadizo que cruza hacia un salón levemente oscuro… un tazón de te… y una sonrisa…”

No sólo crecimos mientras nos miraba, sino también aprendimos de su humildad y perseverancia, nuestros primos son hermanos y nuestros padres son de entender, comprender, aprender y amar. No existe un recuerdo de mi vida en Ovalle en que no se encuentre su presencia (es difícil olvidar lo fuerte que presionaba las manos cuando se le saludaba), ni un solo saludo en que no nos regalara una sonrisa.

Gracias, Gracias por todos los años que nos dedicó, como nietos, hijos y amigos. Gracias por amarnos como lo hizo, gracias por dejarnos amarlo como lo hicimos… espero que cuando nos volvamos a ver, pueda observar con orgullo lo que logramos y sonreír nuevamente como cada vez que llegaba a la ciudad, teniendo como destino obligado su local.

Como cada tarde en que nos veíamos me despido, “Nos vemos Don Pocho…”, uno de los grandes vencedores de esta vida sin duda…





Quien siempre le recordará.