Corpus et animus

Un sueño...



Era ya medio día, el sol parecía oscurecerse y la verdad, poco le importaba el hecho de que se aproximara. Era una carretera bastante extensa, no recordaba haber conocido algún lugar donde hubiera otra más particular que aquella, constaba de dos cercos alargados de madera que acompañaban el largo del camino dejando entrever un acantilado.
No recordaba con claridad el cómo había llegado hasta ese lugar pero, bien sabía a quién buscaba. Sin pensarlo dos veces, atravesó las barreras de las maderas, caminó unos pasos y gritó:
- ¡VEN! ¡¿O es que acaso no vendrás?! ¡ Te estoy esperando! QUIERO HABLAR CONTIGO! (su conciencia le decía que era un “estúpido”, sin embargo, si cuerpo hacia caso omiso de aquello)
Al haber transcurrido un tiempo y aburrido de esperar, decide marcharse. No recordaba haber tenido jamás una sensación de miedo tan grande como aquella…
Mientras se hallaba cruzando la cerca de madera, sintió un cálido vapor que llegaba hasta su rostro, sin pensarlo dos veces y con facciones de asombró observó. Encontrándose frente a frente con de cabeza de perro, más grande de lo normal, gruñéndole en la cara, mientras escuchó una voz que salía desde atrás de la criatura:
- ¿Qué ocurre? Claro, después que me has llamado, te asustas. ¡NO ES PRIMERA VEZ QUE HABLAMOS!
Sin más decidió acariciar a la criatura, mientras observaba a quién sostenía las cadenas que le mantenían alejado. Era un hombre de una estatura de 1 metro 80 quizás, de contextura delgada, con una barba y pelo de tamaño regular, bajo ninguna perspectiva prominente, con aspecto semi-canoso, vestido con un Smoking claro al cual, faltaba la corbata.
Mientras con una mano sostenía al perro, la otra la mantenía al interior de su bolsillo dice:
- ¿Entonces?.. ¿para qué me buscabas?

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